28 enero 2017

A mi Señor Don Quijote…

… de su Dama aún encantada Dulcinea, con algunas noticias y deseos de verlo y de otra naturaleza, y con la mención de un sueño que me causa inquietud, y desasosiego (carta)


Esforzado caballero: sólo unas líneas para comunicaros que el hechizo o encantamiento que venís en ver en mí va mejorando día a día gracias a vuestros desinteresados y verdaderos afanes, aunque sea a costa de los lomos del bueno de Sancho, que sin tener arte ni parte en vuestra locura o sinrazón, conviene en prestarse a seguiros en las andanzas y en las ocurrencias, sin chistar ni poner mala cara a cuanto de él solicitáis. Conviene que le deis buenas y jugosas conversaciones con las que cultivar la famosa y ya probada fidelidad que os profesa, que nunca por mucho trigo fue mal año, y más vale engrasar de tanto en tanto la puerta de la jaula del pájaro que nos trina que no dejarla caer de puro herrumbrosa.
Sabed que estoy aprendiendo a esperaros como corresponde a la dama que merecéis y de cuyo título aspiro a ser yo merecedora, y entretanto, aprendo también el arte de la escritura, que por cierto esta carta me la redacta el señor sacristán del Toboso, gracias le sean dadas por toda su donosura y liberalidad, y comprenderéis con vuestra discreción y discernimiento de juicio que, por ser carta con un solo y sublime destinatario, pero con más de un lector, y hasta fautor si me apuráis, no puedo dar rienda suelta a mi devoción y corresponder a vuestros requiebros y regalos a los oídos tanto y con tanta vehemencia como me gustaría, y como sería propio del verdadero y sincero sentimiento que albergo por vos, y que desde aquí os envío a través destas letras, y no sigo por este camino, que ya he dicho más de lo que conviene en lo tocante a la sustancia de lo que nos ocupa.
Queréis saber de mí, y os empeñáis en no darme más preocupación con el relato de vuestras aventuras que hablarme dellas en resumen escueto, y tengo para mí que sólo contáis lo que suponéis no me ha de traer cuitas ni desazón a mi entendimiento y a mis desvelos. Pero yo, como vos, no conozco más comida, ni bebida, ni aspiración, ni espera, ni vestido ni techumbre, que la que vuestra merced quiera otorgarme. No veis que necesito tanto saber de cada recoveco de vuestra andante caballería por las tierras que eleváis a la sublime categoría de caminos de peregrinación como el comer. ¿Cómo, de otro modo, voy a espantar a los fantasmas que acuden a mis sesos por las noches, cuando la ocupación, el bordado y el lavado, la siega del trigo y el trasiego del agua, por deciros algo que venga a cuento, deja de distraerlos, e imaginaros en más aprietos y contratiempos de los que os desearía, que serían, como bien sabéis, ninguno, y aún menos?
Os suplico noticias ciertas y verdaderas, ya que no otra cosa me es dado conocer de vos en estos días que se hacen meses, y en estos meses que se hacen siglos. Y mientras quedo a la espera dellas, sólo os imploro, si es que me lo permite vuestra gracia y las normas de la orden de caballería a la que os debéis, que no las conozco a pies juntillas, que me permitáis ampliar mis dominios más allá del Toboso, que, con ser mi verdadera patria, y la patria de mis padres, veo en cada amanecida y en cada anochecida que se me queda chico, no tanto por mí, que soy de buen conformar con tan magro imperio, y aun con unas pocas fanegas que me cayeran de los cielos de vuestra voluntad, ante la que me inclino, pero lo digo más que otra cosa por vos, que siendo Don Quijote de la Mancha, como es así que lo sois, entiendo con este razonamiento que deberíais, si es vuestro deseo, tener como dama a la emperatriz de toda la Mancha, si no más. Pero todo sea según vos deis por santo y bueno.
Entretanto espero vuestra noticia, que es mi alimento, y vuestra voluntad, que es mi deseo, no tengáis más cuidado por mí que tener cuidado de vos. Si peno y siento la tristeza de vuestra ausencia, ¿qué otra cosa ha de hacer la dama del Caballero de la Triste Figura, sino avenirse a esa figura, que es espejo del mentado caballero, y conformarse y encajar en ella con su propia tristeza? Os guardo cada lamento y cada suspiro para tornarlos en muestras de alegría y complacencia, y aún de alborozo, que hasta aquí puedo llegar en mis efusiones escritas, a vuestro regreso, o a vuestra llamada si tal es el mandato que queréis darme, que eso lo dejo a vuestra discreción y la de la providencia que mueve vuestro brazo y guía a vuestra cabalgadura.
Concluyo, ya que el papel se acaba y no es caso de ir a buscar más, no sea cosa de que lo que me cobra el sacristán por escribir estas líneas supere lo que el encantamiento me ha dejado en las alforjas, por decirlo a la pata la llana. Sólo os menciono, y ya acabo, un sueño que me ha dado alarma y desasosiego sobre una playa en el mar, en la ciudad de Barcelona, que no conozco más que el otro confín de la tierra, y un caballero que se hace llamar tal con un sobrenombre con algo así como luna o media luna, o lo que quiera que fuese que significase el tal sueño, que casi ya no recuerdo, quizá sea un sarraceno, o podría ser otro afamado encantador, no sé más de lo que os digo. Si en algo os ha de servir, guardaos de la playa de la mentada ciudad que os menciono, Barcelona. No puedo deciros más, ya quisiera yo saber interpretar con algo de desenvoltura lo que se nos aparece estando dormidos y sin más dueño que Morfeo. Quedo encogida, y aun recogida, y rezando en la capilla de mi donoso palacete al que vuestra locura me ha hecho deudora, elevando mis plegarias y mis buenos deseos por vos y hacia vuestra merced.
Adiós, noble, fiel y liberal caballero. Vuestra entrega se verá reflejada en la mía cuando los cielos tengan dispuesto el encuentro para el que vivo y por el que suspiro. Adiós.

Texto ganador del X Certamen Literario de Cartas de Dulcinea a Don Quijote 2011, organizado por el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, Ciudad Real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario