—¿Qué has querido decir?
—¿Que qué he querido decir? —contesté—. Lo que he leído, espero.
—Sí —insistió ella—, pero ¿qué has querido decir más allá?
—¿Más allá de qué?
—Del texto.
Respondí que nada. Que no hay nada más allá del texto. Que todo estaba ahí, en el papel. Más vale que haya querido decir lo que he dicho, pensé, y que además haya dicho lo que quería decir; si no, tendré que decir otra cosa.
Un texto es algo cerrado, un mensaje en una botella con el tapón sellado. Si el tapón salta en medio de la marea, la botella se va a llenar de agua salada, se va a hundir y el mensaje se va a perder.
—¿Más allá de qué?
—Del texto.
Respondí que nada. Que no hay nada más allá del texto. Que todo estaba ahí, en el papel. Más vale que haya querido decir lo que he dicho, pensé, y que además haya dicho lo que quería decir; si no, tendré que decir otra cosa.
Un texto es algo cerrado, un mensaje en una botella con el tapón sellado. Si el tapón salta en medio de la marea, la botella se va a llenar de agua salada, se va a hundir y el mensaje se va a perder.