28 julio 2017

Pregunta trampa: ¿Para qué sirve la literatura?

No hace mucho, después de la última sesión de un taller de escritura, surgió en el bar donde profesora y alumnos tomábamos unos botellines el tema de la utilidad de la literatura. Para ser precisos, el tema de para qué sirve la literatura. No profundizamos mucho, sólo pusimos sobre la mesa dos puntos de vista encontrados: alguien defendió que la literatura sirve para algo (elevar el espíritu, entretener, consolar, desahogar al personal, arrancar una sonrisa, qué sé yo) y alguien sostenía que la literatura no sirve para nada. Me tocó a mí en suerte defender esta última tesis. Claro que al decir que la literatura no sirve para nada mi intención no era denigrarla, sino, muy al contrario, hacerle un enorme cumplido. Suele olvidarse que cuando se habla de “la utilidad de la literatura” se están manejando al menos dos conceptos: el de literatura, desde luego, pero también el de utilidad. El culto a la utilidad, omnipresente, obligatorio, incuestionable, sobrevolaba el techo del bar aquella soleada tarde de junio con la misma autoridad con que el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas en el principio de los tiempos.